sábado, 5 de mayo de 2012

Cinco cárceles que se convirtieron en hoteles

Liberty Hotel
Alojarse en un hotel es toda una aventura. Y si ese hotel fue anteriormente una cárcel, con mucha mayor razón. El blog “Turistario” del diario “El País” de España preparó una relación de cinco hoteles que anteriormente fueron utilizados como prisiones. Y los hay para todos los gustos: desde hospedajes de lujo hasta albergues de experiencias extremas.



Para comenzar está el Liberty Hotel. Lo que en el 2007 se convirtió en un lujoso hotel de Boston fue, entre 1851 y 1990, la cárcel de Charles Street. Queda en el corazón del barrio de Beacon Hill, lo que le da una ubicación privilegiada para poder acceder a todos los atractivos de la ciudad. Posee 300 habitaciones, entre ellas diez suites con vista al río. Para transformar este lugar se necesitó una inversión de 150 millones de dólares. 

En segundo lugar está el Jailhotel Löwengraben de Suiza. El histórico edificio fue construido en 1862 y se utilizó como prisión hasta 1998. Tiene habitaciones tradicionales y otras que han sido redecoradas para emular a las antiguas celdas del lugar. Por si fuera poco, para alimentar el ambiente carcelario este hotel tiene un bar llamado Alcatraz. Según indican en su página web, muchos presos quisieron escapar hace 135 años, pero hoy los huéspedes están tan contentos que tratan de alargar al máximo su estadía. “Es la primera prisión en Suiza de la que nadie quiere irse”, indican. 

Jailhotel Löwengraben


Por otro lado, en Gran Bretaña está el Malmaison, es un hotel boutique que queda en una cárcel del centro de Oxford. Sin duda, un lugar que te resultará irresistible. “Usted ha sido malo, lo sabemos. Y es hora de pagar por todas esas habitaciones de hotel de segunda categoría”, dice la página web del Malmaison. Cualquiera pagaría con gusto ese ‘castigo’. 

Pero tal vez lo más extremo sea alojarse en el hotel Karostas, en Letonia. El lugar fue primero hospital y luego cárcel militar hasta 1997. Los huéspedes son tratados como verdaderos reos: deben dormir sobre camastros de hierro, comer comida de cárcel y bañarse con agua fría, incluso en invierno. Además, quienes deseen alojarse ahí deben hacer abdominales y caminatas por las noches, escuchar gritos y –en ocasiones- hasta limpiar los baños. Hospedarse en el hotel Karostas cuesta menos de 10 euros, pero antes de pagar se debe firmar un documento en el que se aceptan las condiciones de alojamiento. 

Finalmente está el Ottawa Jail Hostel, en Canadá. Este lugar fue una prisión hasta 1972 y posteriormente fue adquirido por Hostelling International y convertido en albergue. Los dueños han dejado intacta buena parte de su estructura original. En la parte superior de este establecimiento queda la zona dedicada a los reos que estaban condenados a muerte, la misma que puede ser recorrida por los visitantes.

Ottawa Jail Hostel

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